Jaspe

Jaspe o los fundamentos de la muralla de jaspe en Cal Gerrer de Sant Cugat. Una conversación con Sergi Barnils
por Ramon Balasch

«La muralla era toda de jaspe,
y la ciudad, de oro puro como el cristal.»
(Ap 21, 18)

«A principios de los años sesenta con alguno de mis hermanos, íbamos con la tía Matilde a ver las dos amigas de Cal Sastre Menut, que era una casa que había delante de Cal Gerrer, el casal tan maravillosamente rehabilitado, el museo donde ahora se hace la exposición. Las de Cal Sastre Menut parecían salidas de La casa de Bernarda Alba. La Teresita, la mayor, era la viuda del sastre, un hombre muy bajito y de ahí el nombre. Y la Asunción era la hermana soltera. Me parece que debían venir de una familia con una cierta nobleza porque iban siempre con la mirada bien alta y hablaban de un modo que sabías que aquellas mujeres se habían educado en buenos colegios. Cuando el Sastre Menut se murió las hermanas convirtieron el espacio de la sastrería en juguetería. Y nosotros cuando íbamos quedábamos encantados con los caballos de cartón y el muñequito fumador y los coches de lata y todos aquellos juguetes de la época. Y a través de los cristales de Cal Sastre Menut contemplábamos Cal Peret Gerrer, que es como se llamaba. Y, mirando arriba, veíamos todo aquél balcón de la sala principal del Piso del Cónsul, porque había vivido un cónsul años atrás.»

«Y es emotivo pensar en aquellos momentos, cuando debíamos tener siete u ocho añitos -al principio de cuando tienes uso de razón-, y en los recuerdos de lo que habías visto a través de los cristales de Cal Sastre Menut. Y ahora reencuentras los amigos Frederic y Núria que te invitan a hacer una exposición en la misma sala entrevista después de tantos y tantos años. Quién me lo iba a decir! Estoy contento y emocionado. Esto podría ser meramente anecdótico. Pero, como yo no creo en la casualidad sino en la causalidad, pues he aquí que ahora veo de alguna manera que la providencia me estaba diciendo: -Mira bien esta sala, dentro de casi sesenta años expondrás tus trabajos pictóricos.»

Y así es. Cerca del monasterio de Sant Cugat, junto a los «fundamentos de la muralla de la ciudad», la ciudad celeste se acerca anclada sobre los fundamentos más prodigiosos de la existencia, doce piedras preciosas de todo tipo: «la primera era jaspe.» Y Sergi Barnils lo hace después de un largo viaje por las ciudades del mundo, un recorrido que va desde el Ciclo de los jardines olvidados del monasterio (1996) hasta hoy, mientras ha ido componiendo, con El alfabeto de mi vida, con la caligrafía de los rayos del color y de la sombra, los grafitis del tercer milenio, que laten con las esperanzas del «hormiguero» metropolitano de las grandes ciudades, en un afán de darnos una cata del jaspe color de miel y todas las tonalidades rojizas, verdosas, azuladas que habitan la piedra de la fe.

SERGI BARNILS (Bata, Guinea Ecuatorial, 1954)

Reside en Barcelona y tiene su estudio en Sant Cugat del Vallès, donde se dio a conocer en 1992 con XV de XX, de Canals Galería de Arte y con el Centro de Arte s’Estació Sineu, Mallorca, con Klaus Drobig que le llevó a Berlín y Hamburgo. En 1994 expuso en la Galería Lourdes Jáuregui, de Zaragoza, que lo puso en contacto en 1995 con la Galería Marcorossi de Milán.

Desde entonces, con Marco Rossi, expone por toda Italia, Alemania, Austria, Suiza, Holanda y Bélgica, entre otros. Un itinerario que lo lleva de ciudad en ciudad: de Turín en Amsterdam, de Zúrich en Viena, de Ginebra a Carrara, de Bolonia en Madrid. Y, además, los museos: en la Galería Nacional de Praga, en el Museo de Pintura y Escultura de Estambul y en el Museum Rohnerhaus de Wolfurt (Austria), entre otros.